Hoy no es un día más en el calendario del sufrimiento. Es el día en que declaro la guerra al silencio. Durante un tiempo que ya no sé medir, he habitado un territorio de sombras, un lugar donde la ansiedad es el aire que se respira y la depresión, el suelo bajo los pies. Un exilio interior que me ha consumido lentamente. Pero hoy, decido algo. Hoy, doy el primer paso para salir de él.

Este espacio que hoy inauguro, más que un diario, es un acto de rebeldía. Es la primera luz que enciendo en una oscuridad que parecía absoluta. Y no voy a mentir: el miedo es un animal vivo en mi garganta. Cada fibra de mi ser tiembla ante el abismo que se abre con esta primera palabra. Hay una voz, vieja y cruel, que me susurra que es demasiado tarde, que las piezas rotas nunca vuelven a encajar. Pero bajo ese ruido, por primera vez en mucho tiempo, siento un pulso. Un latido terco de esperanza que me dice que el simple acto de empezar ya es una victoria.

Este no es un viaje que quiera hacer en soledad. La razón principal por la que estas palabras son públicas, por la que te hablo a ti, que lees esto, es porque creo que en la vulnerabilidad compartida hay una fuerza que no se encuentra en ninguna otra parte. No prometo un camino de triunfos fáciles, sino la crónica honesta de cada batalla. Mi compromiso es volver aquí para compartir no solo los logros, sino los fragmentos de luz que encuentre en mi oscuridad, con la esperanza de que, quizás, iluminen también un rincón de la tuya.

Hace apenas unas horas, la marea de la tristeza me cubría por completo. Ahora, al escribir esta última línea, siento una corriente de orgullo que no recordaba. No es la euforia de la cura, sino la serena y profunda satisfacción del primer paso. No sé qué lecciones me esperan, ni cuántas veces tropezaré en el camino. Pero hoy, por primera vez en una eternidad, estoy aquí. Y estoy listo para la lucha.

Samuel Verlaine.

Durante más de dos años, he caminado por un paisaje descolorido, un mundo donde los momentos que antes amaba se convirtieron en el eco de risas que ya no reconocía. Cuando el sentido se desvanece y la luz se apaga por completo, solo queda la resignación, una espera amarga en una oscuridad que parece eterna. El sol seguía saliendo cada mañana, sí, pero lo hacía para un hombre ciego, incapaz de sentir su calor.

Y entonces, lancé una palabra al vacío. Compartí un fragmento de mi oscuridad, sin esperar nada a cambio. Y vosotros, desde el otro lado del silencio, me devolvisteis un eco de luz. Cada mensaje, cada gesto de apoyo, me confirmó que mi historia, mi dolor, podía servir de algo. Que mi lucha podía, quizás, aliviar la de una sola persona. Esa fue la chispa. El propósito que necesitaba para no rendirme.

Este diario, que nació como un monólogo, se ha convertido en el espejo donde se refleja vuestra luz. Ahora, cuando miro al horizonte, no solo veo el amanecer. Veo el reflejo de vuestra bondad en él. En vuestros ojos he encontrado la inmensidad del mar, la promesa de que incluso después de la noche más larga, la marea de la esperanza puede volver a subir.

No puedo sentirme más agradecido. Os Quiero mis Panditas!!

❤🐼❤

Samuel Verlaine.

Nunca imaginé que el umbral de los cuarenta tendría este sabor a ceniza. Se cumple una semana desde que crucé esa frontera, una semana que ha desfilado entre turbulencias y silencios, dejándome con más preguntas que respuestas. He vivido situaciones que me han llevado al borde del abismo, pero es precisamente en el filo de la navaja donde se aprenden las lecciones más puras. Y yo, me quedo con eso. Siempre.

Esta nueva década que se abre ante mí no será un capítulo más; será un pacto. Un pacto de amar con locura, pero solo a aquellos que me han demostrado que el amor no es un número, sino un refugio. He aprendido, de la forma más brutal, que no sirve de nada que te quieran mucho si no te quieren bien. Que hay amores que edifican y otros que son un terremoto interior, que hay lealtades que son un ancla y otras que son un nudo corredizo.

Doy gracias porque estos últimos meses han sido una fragua. No solo he aprendido a perdonar a quienes me hirieron, sino que, desde mi propia herida, he sido capaz de ofrecerles mi ayuda. He sentido en el alma la importancia de dejar una estela de bondad, incluso cuando los caminos se separan para siempre. Quizás hoy no lo entiendan, pero el tiempo es un maestro paciente que siempre susurra la misma verdad: ser generoso, aunque a veces duela, es lo único que verdaderamente alimenta el alma.

Así que esta es mi conclusión al filo de los cuarenta: no hay nada mejor que cumplir años con la conciencia tranquila, sabiendo que en cada minuto pones el corazón entero en hacer lo correcto. Puedo seguir mirando al frente, porque a pesar de las cicatrices, nunca me he desviado de mi único norte, de mi único y verdadero objetivo en la vida. El que siempre fue, el que sigue siendo y el que por siempre será: ser una buena persona.

Eso, bien lo sabe Dios.

Samuel Verlaine.

Hace casi tres meses abrí esta puerta, este diario, con la intención de convertir mi herida en una ventana. Quería compartir mi viaje a través de la salud mental, no como un experto, sino como un compañero de trinchera. Quería que mi lucha sirviera de mapa para otros, que mi vulnerabilidad despertara la empatía y que mi historia ayudara a romper el silencio. Y vuestra respuesta, vuestro cariño, ha sido la luz que ha iluminado todo.

Pero hay voces que susurran en la oscuridad. Hay quienes me advierten, con buena o mala intención, que me expongo demasiado, que desnudo el alma a la intemperie, que debería cerrar esta ventana y volver a la sombra. Y a esas voces les pregunto: si yo, que he conocido el abismo, no hablo de él, ¿quién lo hará? ¿Por qué debería condenarme a un exilio silencioso cuando mi historia puede ser el faro para alguien que se siente perdido en la misma tormenta?

Este espacio ya no es solo mi diario; es la única ilusión a la que me aferro en los días en que la luz se apaga. Cada mensaje vuestro, cada palabra de aliento, es el aire que me permite seguir respirando. Por eso, este fuego no se va a apagar. Al contrario, quiero que crezca. Quiero crear nuevos espacios para que nos conectemos, para conocernos y compartir nuestras historias. El nuevo canal de difusión en Instagram es el primer paso, un lugar para un diálogo más cercano. [Aquí puedes mantener el enlace si lo deseas].

Y mientras esta llama pública arde, en paralelo, he estado tejiendo un silencio diferente. Estoy componiendo una poesía íntima y profunda para un alma que ya no está, pero que ilumina mi camino. Un pilar fundamental en mi vida a quien le debo un tributo de amor y gratitud en forma de versos. Porque la vulnerabilidad también es esto: honrar a quienes nos sostuvieron.

Que lo sepan quienes juzgan desde la sombra: no hay vergüenza en estas lágrimas. No hay debilidad en mostrar la herida. Cada vez que me "expongo", siento que hago el bien de la única manera que sé, y me siento más libre que nunca. Vosotros sois más que seguidores; sois mi familia, la comunidad que hemos construido con los fragmentos de nuestras historias. Y a nosotros, nadie nos cortará las alas. Nadie nos va a silenciar.

Samuel Verlaine.

Vuelvo. Después de dos meses de un silencio autoimpuesto, de un necesario exilio interior, he regresado. Y vuestro recibimiento ha sido un abrazo. Un primer abrazo, cálido y colectivo, que ha deshecho el nudo de mi ausencia. Cada palabra de bienvenida, cada gesto de cariño, ha sido una nota en una sinfonía de afecto que ha hecho vibrar mi corazón con una intensidad que casi había olvidado. Gracias a vosotros, me siento más vivo, más presente que nunca.

Y es precisamente por eso, por la resonancia de vuestro cariño, que hoy necesito hablar del lenguaje más antiguo y poderoso que existe: el de los brazos. Un abrazo, en su pureza, es un acto de alquimia. Es una danza silenciosa donde dos almas se encuentran y, por un instante, el mundo exterior se desvanece. Es un refugio portátil, una tregua en mitad de la batalla. Es la palabra no dicha que grita "no estás solo", el bálsamo que se aplica directamente sobre las heridas del alma.

Hemos olvidado, creo, el peso real de un abrazo. En un mundo que nos empuja a la distancia, un abrazo es un acto de rebeldía. Es el recuerdo de que no somos islas a la deriva, sino parte de un archipiélago unido por la necesidad de sentirnos sostenidos. Es la forma más honesta de comunicación, un idioma universal que no entiende de fronteras ni de silencios. Hay abrazos que consuelan, otros que celebran. Pero luego… luego hay abrazos que te reconstruyen.

Y aquí, en este punto, es donde mi reflexión se convierte en una pregunta que danza en el aire: ¿Por qué hablo de esto ahora? ¿Qué abrazo fue ese, capaz de recalibrar mi alma y hacer vibrar sus cuerdas más profundas? ¿Y quién… quién tiene el poder de ofrecer un refugio así con solo cerrar los brazos, transformando mi ser como un héroe silencioso de su propia historia?

Estoy tejiendo las palabras para contar esa historia. Un texto muy especial, un homenaje a esa persona y a ese momento, que pronto compartiré aquí, en Mi Diario Personal. Mi objetivo no es solo narrar un suceso, sino entregaros un mapa hacia ese lugar donde la gratitud y la conexión se encuentran. Espero que, al hacerlo, pueda encender en vuestros corazones la misma chispa de calor y de asombro que esa persona encendió en el mío.

Samuel Verlaine.

La persona más importante de mi existencia,
cuando la necesito, hace acto de presencia,

pero cuando mi enfermedad, culpa y vergüenza asoma con insistencia, 
cuando la oscuridad me obliga a llorar en soledad mi penitencia,
sabe respetar mi espacio, aunque de reojo cuidar, velar y asegurar mi supervivencia.

Es mi alma gemela, mi espejo sin igual,
parecida a mí en formas insospechables,
mi madre, para mí por siempre esencial,
tanto amor desde sus sonrisas amables...

Mientras tu corazón siga latiendo con tesón,
mi persona, sacrificio y vida entera tuya son,
mi lucha será inmensamente sin precedente,
por tí, superaré cada día, soy tu hijo valiente.

Gracias por guiarme, educarme y quererme,
sé lo orgullosa que estás de tenerme,
y si ahora escribiendo mis lágrimas derramo 
ya lo sabes mamá, es porqué te amo.

Samuel Verlaine.

A un amigo, luz de mi sombra,

en una depresión distante me encontró,

pisoteado tal cual alfombra, 

Y con sabiduría a mi lado se sentó.

¿Desde cuándo no te abrazan?, preguntó,

con voz suave, como brisa en calma.

En su abrazo, el dolor se evaporó,

como gotas de rocío en el alma.

Su presencia, un candil en la noche,

iluminó senderos olvidados.

Con su gesto, ternura sin reproche

deenredó hilos enredados.

Amigo, fuiste mi refugio y guía,

en el laberinto de días sin confianza

Tu abrazo, esa armoniosa melodía,

que cicatriza mi corazon y le da esperanza.

Hoy, con gratitud, te escribo,

por ser faro en mi oscuro mar.

Tu amistad, un regalo vivo,

que me enseñó otra vez a navegar.

En cada nado, en cada risa,

tu presencia como estrella brilla.

En mi remolino, tu esencia precisa,

Me sirve de guía hasta la orilla.

Nuestros cortos paseos cual peregrino

recibiendo belleza y amor de ella

Venus, diosa romana que a la playa vino

Y preside la ciudad de Marbella

Entre fortalezas seguiremos caminando,

Imaginando aquel siglos de una era pasada.

Con el alma llena de seguir avanzando,

Xq la puerta para ser abierta esta preparada.

Gracias, amigo, por ser puente,

entre la sombra y una vela encendida.

Tu abrazo, eternamente presente,

marca el inicio de mi nueva vida