Soy Samuel Verlaine...
... y esta es mi HISTORIA.
El Sonido que lo Cambió Todo
¿Alguna vez has sentido cómo tu vida se rompe en un instante? No hablo de una metáfora. Hablo del sonido seco de un hueso partiéndose, un crujido que se convierte en la banda sonora de todo lo que viene después. Hace seis años, ese sonido marcó el fin de mi mundo y el comienzo de mi exilio. La fractura no fue solo en mi cuerpo; se extendió como una grieta sísmica a través de mi alma, devorando los colores de mis pasiones y dejándome a la deriva en un océano de dolor. Esta es la historia de cómo perdí todo lo que creía ser, una caída libre que aún no termina. Pero para entender el abismo, primero debes conocer la altura desde la que caí.
El Mosaico Dorado
Mi historia comenzó bajo el sol de Sevilla, un 31 de mayo de 1983. Allí, la vida me entregó las primeras piezas de un puzle que prometía ser magnífico. Crecí ensamblando un mundo que tenía sentido, una existencia que culminó en Marbella, mi refugio junto al mar. Durante dieciséis años, El Corte Inglés no fue solo mi trabajo, sino mi ancla, mi propósito. Cada día era una pieza que encajaba con una precisión perfecta, construyendo un mosaico de plenitud. Fui feliz, de esa forma absoluta en la que solo se puede ser feliz cuando no se conoce la fragilidad del suelo que pisamos. Creía haberlo completado, sin saber que los puzles más hermosos son los más fáciles de destruir.
El Falso Fondo
Y entonces, se rompió. No fue un tropiezo; fue un terremoto. El mosaico de mi vida se hizo añicos, y yo con él. Múltiples cirugías esculpieron un nuevo yo, un hombre atrapado en un laberinto de dolor y un futuro fracturado que consumió mi trabajo. Me aferré a la esperanza, pero el pasado es un ancla cruel. Me arrastró a una depresión tan densa que absorbió completamente mi luz, sumergiéndome en una oscuridad cegadora que me impedía encontrar una salida. El 2023 fue mi descenso final, un año de batas de hospital y la certeza de que las piezas más importantes de mi ser se habían perdido. Creí haber tocado fondo. Creí que, desde allí, solo se podía subir. Pero el abismo siempre tiene un nivel más.
400 Kilómetros para Volver a Nacer
Marzo de 2024. Justo cuando la primera luz de la recuperación comenzaba a asomarse, me vi de nuevo en un hospital. Pero esta vez fue diferente. No era esa oscuridad de siempre pues... ella misma, se había reconvertido en un vacío absoluto, un fondo más profundo y helado que todo el terror vivido previamente, tan intenso en su agonía, que nunca pensé que existiera ese nivel inferior. Allí, el rostro de la muerte me miró a los ojos, con una fijeza que prometía borrar mi esencia de este mundo. Mis latidos se desvanecían. Mi historia llegaba a su fin. Pero mientras yo me rendía, alguien recorría casi 400 kilómetros de asfalto, una carrera contra el tiempo desde Huelva hasta Marbella. A solo minutos de que mi vida fuera arrebatada, esa persona irrumpió en mi silencio final y me devolvió al mundo. La misma persona que me dio la vida el día que nací, me la estaba dando por segunda vez.
Caminar Conmigo
Mi historia ya no es solo sobre la caída. Es sobre ser rescatado del borde de la nada. Es sobre el lento y agónico acto de volver a ponerse en pie cuando ya no creías tener suelo. Hoy, este puzle está más roto que nunca, pero cada pieza que recojo tiene el peso de un milagro. Al compartir estos fragmentos, espero romper el silencio que a menudo envuelve la salud mental. Y te invito a caminar conmigo, no porque tenga respuestas, sino porque estoy aprendiendo a vivir de nuevo. Quizás, en mi búsqueda de fragmentos, encuentres la fuerza para sostener los tuyos.
Samuel Verlaine.