Samuel Verlaine
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Samuel Verlaine

MÁS SOBRE MÍ

MI DIARIO de Reflexiones 2024

Reflexión VI - Descubriendo Mi Renacer con Gratitud

Este mes no es solo un nuevo folio en el calendario; es el umbral de un nuevo capítulo en el libro de mi alma. Siento cómo las reflexiones me rodean como una marea serena, hablándome de los ciclos de la vida, de los renacimientos silenciosos y de las grietas por donde, al final, se cuela la luz. Llevo tiempo buscando establecer intenciones, no como metas frías que se clavan en un futuro incierto, sino como una brújula interior, una guía para navegar hacia la paz.

Y en medio de este torbellino de pensamientos, experiencias y lecciones diarias, esa brújula ha encontrado su norte. Ha sido a través de la meditación, de las páginas de un libro que susurraba verdades, o del simple acto de observar en silencio la danza de las hojas al viento. En esa quietud, he encontrado lo que tanto ansiaba, la herramienta que necesitaba para seguir existiendo: la capacidad de decidir estar bien.

No sé, y ya no me importa, cuántas veces han querido hacerme daño. La memoria de las heridas físicas, emocionales y espirituales ha perdido su poder sobre mí. Porque la conexión que he descubierto ahora es más profunda, más real. Una resonancia nueva con el universo y, sobre todo, con mi propio ser. Ya no soy la consecuencia de las acciones de otros; soy el arquitecto de mi propia calma.

Aquí, ahora, comienza un viaje diferente. Un peregrinaje de autodescubrimiento y gratitud. Un camino en el que cada momento —los vividos, los que vivo y los que están por venir— es un regalo sagrado. Una oportunidad para aprender, para crecer y, sobre todo, para compartir esta luz con cada alma preciosa que ha decidido, decide y decidirá caminar a mi lado.

Samuel Verlaine.

Reflexión VII - Hoy es San Valentin

Hay rituales que salvan. Actos sencillos que te anclan a la vida y te recuerdan por qué vale la pena abrir los ojos a la realidad. Para mí, ese ritual es un beso. Un beso que disipa las sombras de la noche y da la orden al mundo para que comience de nuevo. Y ese beso, el más puro que he conocido, me lo da cada mañana el amor de mi vida: mi perro, Hachicko.

Él es más que una mascota; es el guardián de mi calma, un maestro del amor incondicional. No necesita palabras para entender el lenguaje de mi alma. Cuando los días grises se ciernen sobre mí, él lo sabe. Su instinto lo guía hasta mi pecho, donde posa su cabeza en un gesto de empatía tan pura que desarma cualquier tormenta interior. Sus besos, pequeños y torpes, son un bálsamo que borra la tristeza y dibuja una sonrisa en mi rostro, incluso cuando creía haberla perdido para siempre.

Acariciar su pelo es una forma de meditación, un intercambio silencioso de gratitud donde el mundo exterior se desvanece y solo existimos nosotros dos. Es en esos momentos cuando entiendo la verdadera naturaleza del amor, ese que no pide, no juzga, no exige. Simplemente es. Un amor que no entiende de condiciones, solo de presencia y lealtad.

La vida es una búsqueda incesante de ese tipo de amor. Anhelamos un refugio, alguien que nos acepte en nuestra totalidad, con nuestras luces y nuestras sombras. Buscamos un ancla, un vínculo que no se rompa con la primera tempestad. Yo he tenido la inmensa suerte de encontrarlo. No en un romance de película, sino en el corazón inagotable de un ser de cuatro patas.

Para aquellos que, como yo, buscan el amor de su vida, quizás la respuesta no esté donde la sociedad nos dice que miremos. A veces, el amor más verdadero llega con el hocico húmedo y una cola que no deja de moverse. En Hachicko he encontrado un compañero de vida, un alma gemela que me recuerda cada día lo que de verdad importa. Un amor que sé que durará hasta el último aliento y que, incluso entonces, perdurará en el eco de cada beso matutino.

Reflexión VIII - Alquimia para las heridas

Este año no ha sido un simple paso del tiempo; ha sido una travesía a través del fuego. Un viaje donde, desde las cenizas de la depresión y la ansiedad, he descubierto una fuerza que no sabía que poseía. Y hoy quiero compartir cómo una de mis pasiones más antiguas, mi amor por los perfumes, se ha convertido en el lenguaje de mi sanación.

Desde niño, los aromas han sido mi refugio secreto. Soñaba con ser perfumista, con destilar emociones en un frasco. Ese sueño me llevó a mi trabajo en la alta perfumería, un lugar que sentía como mi hogar. Pero tras la fractura que lo cambió todo, perdí ese empleo, y con él, sentí que perdía una parte de mi identidad. En ese abismo de vulnerabilidad, me aferré a lo único que aún tenía sentido: las fragancias. Y fue allí, en ese regreso al origen, donde descubrí la aromaterapia como una medicina para el alma.

Los aceites esenciales se convirtieron en mis aliados silenciosos. La lavanda calmando la tormenta de la ansiedad, el romero insuflando vida en los días de apatía. Cada aroma era un ancla, una forma de reconectar con el presente y encontrar un equilibrio que creía perdido para siempre. Esta conexión íntima con las fragancias no fue una simple distracción; fue una forma de sanación activa, un complemento sagrado a mi lucha diaria.

Inspirado por este renacer olfativo, sentí un llamado. El de transformar mi experiencia en algo tangible, en una ayuda para otros. Así nació la idea de crear mi propia línea de productos, un nuevo concepto donde cada fragancia no solo huele bien, sino que hace bien. Cada creación es un capítulo de mi historia, un testimonio de resiliencia destilado en una botella, diseñado para ofrecer el mismo consuelo y la misma esperanza que yo he encontrado.

Reflexionar sobre este viaje me conmueve. Ver cómo el dolor se ha transformado en propósito, y cómo mi pasión más profunda se ha convertido en mi forma de compartir luz, es el verdadero milagro. Agradezco a cada uno de vosotros por ser testigos de esta travesía. Porque al final del día, la verdadera resiliencia no es solo levantarse, sino usar las cicatrices para iluminar el camino de los demás.

Gracias por ser parte de esta alquimia.

Samuel Verlaine.

Reflexión IX - Angel Verlaine

Vosotros me lo habéis dicho, en susurros a través de vuestros mensajes: "Eres un ángel en nuestras vidas". Esas palabras, que al principio me abrumaban por su generosidad, se convirtieron en una semilla. Una semilla que hoy, por fin, florece. Conmovido por vuestro cariño, y como respuesta a vuestra luz, ha nacido Ángel Verlaine.

No es solo una firma, no es solo un proyecto. Es un refugio. Un espacio que he creado con la intención de devolveros una pequeña parte de la paz, la fuerza y el bienestar que vosotros me dais cada día. Ángel Verlaine nace de mi propia herida, de mi propia búsqueda, y se ancla en la herramienta que me ha sostenido en los momentos más oscuros: la aromaterapia como complemento sagrado a la medicina tradicional.

El primer acto de este refugio será la luz. He decidido comenzar con una línea de velas terapéuticas. Cada una de ellas es más que cera y fragancia; es una alquimia de aceites esenciales cuidadosamente seleccionados por sus propiedades curativas. Son creaciones propias, destiladas de mi propia experiencia, diseñadas para que, al encenderlas, podáis sentir la misma calma y la misma fortaleza que me han ayudado a mí a encontrar el camino de vuelta a casa, a mí mismo.

Y como este proyecto nació de vosotros, el primer destello de esta luz será para vosotros. Mi primer lanzamiento no será una venta, sino un regalo. Un obsequio que he preparado con todo mi corazón para cada uno de los suscriptores que formáis esta increíble comunidad. Estad muy atentos a mi próxima publicación, porque en ella os desvelaré esta primera joya de Ángel Verlaine.

Gracias por ser la inspiración, el motor y el alma de este sueño. Juntos, vamos a iluminar cada rincón oscuro.

Con todo mi cariño,

Samuel Verlaine.

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